Odiame despacito
pero que muy
muy despacito
¿He dicho ya cómo?
Tan despacio
que ese breve de instante de tiempo
mecedor de un beso sumergido
sea el eterno placer buscado
y jamás encontrado por odiarme,
por odiarme despacito.
Tan despacio
que los lamentos de tus manos
escondidas en telas pegadas a mi cuerpo
rasuren mi piel desgastada de tanto roce
y estigmaticen en ella el deseo que envenena
lo que nunca me darás
por odiarme
odiarme despacito.
Tan despacio
que los gemidos que tus dedos
despreciandome por dentro provocan,
resuenen como la brisa
que pone melodía a un polvo bien echado
en la orilla
de una cama,
(que estamos en Madrid y aqui no hay playa)
Secándome...
¿O era odiandome?
Tan despacio
que el mordisco rabioso
de tus dientes cargados de veneno
rasgue la piel que me calienta...
la piel que tu calientas
para dejarme yaciendo en un charco de deseo
desnuda
odiada
saciada
de sentirme viva porque no me matas
para así poder castigarme más tiempo.
Odiame despacito
pero que muy
muy despacito
y ya te he dicho como
¿Te lo resumo?
Tan despacio
que no te quede más remedio
que odiarme para siempre.
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