un ser de perfil permanente
de triste sonrisa dibujada,
una mueca extrabagante,
acompañada de una mirada extrañada
por saberse contingente.
Se para en seco, distante
de la gente que pasa mareada,
del mundo que se mueve incesante
con destino fijo
sin percatarse del viaje.
Les mira y les envidia
no entiende a nadie.
Érase una vez que se era
alguien diferente
digno de un circo contemporáneo
donde lo grotesco del arte
radica en saberse alguien
que sueña con ser tambien
alguien que nade
entre entes
que se alimentan de lo cotidiano
sin parecerse,
sin sentirse iguales,
siendo uno entre los miles de mares
que inundan la ciudad,
Un mar es...
y no lo sabe
ni él,
ni nadie.
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